La propuesta de justicia y felicidad del actual régimen ha fracasado irremediablemente y no tiene futuro.
Hace un tiempo el gobierno podía apelar a su legitimidad, y la Fuerza Armada considerarse defensora de un gobierno democrático. Ahora los militares están obligados a defender a un gobierno dictatorial que anuló el Parlamento resultante del voto soberano de los venezolanos, que viola la Constitución y somete al hambre, a la grave falta de medicinas, a la improductividad y a la cotidiana pérdida de valor de sus escasos ingresos.
Por donde se mire nuestra tragedia nacional, hay que buscar un cambio democrático que es imposible sin una decisión predominante en la Fuerza Armada para el rescate de la democracia.
Es imprescindible un gobierno de transición, de “salvación nacional” que abra un camino inequívocamente democrático y electoral con decisiones que requieren apoyo masivo y plural para relanzar la economía, sanear la inflada, corrupta e incapaz burocracia, recoger las armas de su actual posesión y uso malandrizado.
Ya es hora de hablar claramente y sin eufemismos de la salida democrática que no nos devuelvan a la nación producción creativa de una Venezuela con futuro y esperanza para todos.