“El Führer protege el derecho de su peor abuso cuando, en el instante de peligro y por obra de su liderazgo, como supremo señor de los tribunales crea derecho de modo inmediato”. Son palabras del jurista alemán Carl Schmitt en un artículo publicado en el año 1934.
Schmitt entiende el juego político a través de la teoría “amigo-enemigo”. En el esquema nazi el enemigo principal era el judaísmo. Esto explica que la relación que mantuvo este jurista con el gran maestro de la época, el vienés Hans Kelsen, se fue deteriorando en la medida en que Schmitt se inclinaba hacia el nazismo;
Una de las visiones más opuestas de estos juristas es la relativa al tema sobre el garante de la Constitución que tenían Kelsen y Schmitt. Para el primero, esta labor correspondía al Tribunal Constitucional (en Venezuela tenemos una Sala Constitucional); para el segundo, era competencia del jefe del Estado.
Cuando se habla del defensor de la Constitución, en cualquiera de sus modalidades, se piensa en una instancia democrática independiente desligada de elementos ideológicos o políticos.