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Carlos Ayala (CIDH): ¨Una democracia no puede sustentarse sobre desigualdad extrema¨

El jurista, expresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), habla sobre cómo «la pobreza es una violación global a los DD.HH.»

“Lo que más temían los padres de la Constitución estadounidense era la tiranía de las mayorías”. Así de contundente se muestra el profesor y jurista venezolano Carlos Ayala Corao cuando se le pregunta por la calidad democrática en el continente americano.

En esta época convulsa que vivimos, marcada por protestas en las calles de Latinoamérica, cambios de gobierno, ampliación de derechos en unos países y retrocesos en otros, como con el caso del aborto Estados Unidos, dice el experto que es importante echar la vista atrás, al pasado.

Y es que, insiste, “la elección es un paso fundamental cuando es democrática, pero luego hay una serie de valores y principios del Estado de derecho, la separación de poderes y la independencia judicial que se deben dar”. Y es precisamente ahí, asegura, donde entran los derechos humanos de los que él es garante y defensor desde hace décadas.

No por nada, Ayala ha impartido clases de Derecho Constitucional y Derechos Humanos en la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad de Oxford, la Universidad de Georgetown, la Universidad Iberoamericana o la American University Washington of College of Law.

Los ciclos de la democracia

Los avances y retrocesos que se pueden observar en el mundo, tanto a nivel de calidad democrática como de derechos humanos, explica el jurista, son procesos y ciclos. Por eso, recalca los “importantes avances” que se han venido dando, “sobre todo en la concienciación y empoderamiento de la gente, de los pueblos, de las personas, sobre sus derechos”.

Porque, recuerda son muchas las luchas colectivas de un pasado no siempre muy lejano que han llevado a los pueblos a conquistar derechos para las mujeres, para los pueblos indígenas, para los afrodescendientes, para el colectivo LGTBI… En definitiva, recalca, para esas “minorías que no lo son tanto”. Sin embargo, recuerda, “hay materias pendientes, como la desigualdad”.

Pero Ayala hace hincapié en que “una democracia no se puede sustentar sobre desigualdades extremas, porque la pobreza es una violación global a los derechos humanos”. De ahí la importancia de que se mantenga, en todo el mundo, pero especialmente en Latinoamérica, esa “conciencia de no tomar por otorgados los derechos, sino luchar por su conquista, por su vigencia, por su defensa”.

Porque, insiste, incluso para los gobiernos electos hay materias pendientes que no se pueden dejar en segundo plano. Por eso, el también expresidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hace hincapié en que “una democracia es mucho más que elegir; la elección es una condición necesaria, pero no suficiente para describir una democracia”.

Tareas pendientes

En su visita a España el pasado mes de junio, Ayala se reunió con ENCLAVE ODS tras participar en el I Congreso Internacional Iberoamericano, organizado conjuntamente por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). Durante esa conversación, el jurista venezolano quiso, por un lado, poner en valor el gran recorrido del continente americano en el empoderamiento ciudadano. “No de súbdito, no de pueblo amorfo, no de masa, sino de ciudadanía empoderada en su derecho”, recalcó.

Pero, a la vez, el también relator sobre Derechos de los Pueblos Indígenas de las Américas entre 1996 y1999 quiso remarcar la vital necesidad de darle solución a la materia pendiente por excelencia de América Latina: la justicia y la independencia judicial.

“Todavía tenemos, en buena parte del continente, poderes judiciales integrados por jueces que no tienen estabilidad, o que son puestos por razones políticas, o que son presionados, u otros que cuando no obedecen al poder son removidos, destituidos y a veces hasta sufren otro tipo de consecuencias”, explica.

También, recuerda, hay casos en los que los jueces tienen “una concepción excesivamente positivista y formal, que no son capaces de ayudar a transformar las sociedades”. Ayala recuerda que el problema, en demasiadas ocasiones, está en la misma raíz, en la educación: “Nuestras escuelas de Derecho, e incluyo a España, tienden a formar de manera muy formal, muy sobre la base de memorización de códigos, de leyes, de instrumentos…”.

Sin embargo, explica el profesor de Derecho, que lleva 37 años ejerciendo como tal, lo que se necesita es enseñar “a razonar, a argumentar”. Porque, dice, “el derecho al final es eso: la capacidad de empoderarte a través de la argumentación”.

El currículo de Ayala es extenso, y además de lo ya mencionado, destacan también sus labores como miembro de la Comisión Internacional designado por el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos para el proceso de selección y nombramiento de la Corte Suprema de Justicia de Ecuador (2005) o como consultor de la ONU para el proceso de elección de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala (2009).

Por Carlos Ayala

Carlos Ayala (CIDH): “Una democracia no puede sustentarse sobre desigualdad extrema» (elespanol.com)

Los “caminos verdes” de la justicia

Cualquier ciudadano, hoy más que nunca, siente en lo más profundo la urgencia de una sociedad que reclama justicia.

A mí me preguntan, en la creencia de que lo debería saber por mi profesión, si algún día podremos dar una respuesta afirmativa sobre esa legítima inquietud y, con gran dolor, debo responder que ello aparece como un sueño lejano, porque los venezolanos no hemos aprendido ni internalizado esa lección, ni nos hemos preocupado por sentar las bases que la puedan hacer posible, ya que las guerras, las confrontaciones internas, la debilidad institucional y los regímenes autoritarios caudillistas no han permitido la formación y consolidación de un verdadero Poder Judicial autónomo e independiente, que no pueda ser utilizado como instrumento de la política.

 

06_LOS CAMINOS VERDES DE LA JUSTICIA

Misión justicia socialista y estado comunal

El artículo 2 de la Constitución señala que “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia”. Los valores democráticos que sustentan este tipo de modelo son, entre otros, “la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. A pesar de la claridad de la norma constitucional, el decreto número 2.718 de fecha 7.02.2017 que crea la “Misión Justicia Socialista”,  va en contra de los valores proclamados en la Constitución, porque privilegia solo a los intereses del “socialismo” y de un sector ideológico y político.

El decreto se fundamenta en una democracia socialista, pese a que el texto constitucional en ningún lugar especifica que el Estado venezolano se constituye, o debe constituirse, como una “democracia socialista”.

La “Misión justicia socialista” se relaciona con la idea del Estado comunal y con el “Plan de la Patria” que recoge la propuesta de la reforma constitucional repudiada por la población en el referéndum constitucional del año 2009.

Bajo este manto conceptual aparecen, entre otras, las ideas de socialismo, las leyes del “Poder Popular” y el Estado comunal. Ahora bien, todo eso tiene como propósito establecer una sociedad comunista “como sea”. Pretende crear una “justicia” paralela y excluyente que está reñida con nuestra Carta Magna. Esto, además de ser inconstitucional, lo que busca realmente es acabar con el Derecho privado.

El modelo de “justicia” que se busca crear constituye un complemento al esquema de dominación política e ideológica que viene desarrollando la Sala Constitucional, pero ahora más radical.

Ramón Escovar León-MISIÓN JUSTICIA SOCIALISTA Y ESTADO COMUNAL

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