El lenguaje de tolerancia y respeto por el adversario político tiene un referente en la figura descollante del senador John McCain, reconocido por la opinión pública de Estados Unidos, y del mundo democrático, como un héroe y un estadista. Se ganó lo primero en la guerra; y lo segundo en la acción política y en el manejo de los asuntos de Estado. Como dijo Henry Kissinger en su funeral, McCain fue “uno de esos regalos del destino”. Una de sus mayores virtudes fue la decencia con la que se refería a sus contrincantes.
Se puede decir que la retórica en el discurso político de un país define el grado de desarrollo de la democracia. No es lo mismo cuando Churchill se refería a un ser como Hitler que cuando se dirigía a sus adversarios británicos, a quienes aludía con ingenio y gracia. El uso del humor penetrante es válido; el insulto irrespetuoso no lo es.
Vale la pena recordar la forma como discutían los líderes de la democracia llamada puntofijista y cuyo valor histórico hay que resaltar. Si se escucha con detenimiento el discurso que dio Rómulo Betancourt a su regreso del exilio en 1958 (disponible en Youtube), apreciamos a un político que usaba la oratoria para convencer y persuadir.08_EL LENGUAJE DE JOHN MACCAIN